domingo, 10 de mayo de 2009

Los trabajos de la memoria

Algunas notas sobre el texto de Elizabeth Jelin:


“Vivimos en una era de coleccionistas. Registramos y guardamos todo: las fotos de la infancia y los recuerdos de la abuela (...), las colecciones de diarios y revistas(...), los archivos oficiales de todo tipo [, los correos y computadoras con cada vez más espacio de almacenamiento, el registro obsesivo de nuestra vida y la de quienes nos rodean-fotos digitales y videos)]. Hay un culto al pasado [generalizado]”

Las memorias y las identidades están íntimamente ligadas. Se construyen mutuamente. En este proceso de constitución, el individuo selecciona fragmentos de la experiencia del pasado que lo relacionen con otros. Las memorias son estos fragmentos, pero traídos al presente, donde son vistos, editados, releídos, interpretados… todo en función de las expectativas futuras. El pasado y el futuro no son dos categorías de un desarrollo del tiempo lineal, son solo dos secciones del presente. Es por formar parte del presente (en lugar de estar ancladas en el pasado) que las memorias pueden modificarse en un momento dado, pueden incorporar nuevas experiencias propias o ajenas, condensarse o expandirse, contradecirse unas con otras…  en fin, lo que “verdaderamente” ocurrió en el pasado no tiene importancia (inclusive se podría decir que ni siquiera existe), solo importan las interpretaciones que de ese hecho se tienen en un presente fluido y cambiante.

 “Las personas, los grupos familiares, las comunidades y las naciones narran sus pasados, para sí mismos y para otros y otras, que parecen estar dispuestas/os a visitar esos pasados, a escuchar y mirar sus íconos y rastros, a preguntar e indagar. [...] La memoria tienen entonces un papel altamente significativo, como mecanismo cultural para fortalecer el sentido de pertenencia a grupos o comunidades”. Es a través de estas memorias (y a través de los olvidos que el recordar implica) que las identidades se forman como un discurso que pretende aglutinar individuos en torno a identidades determinadas.

Las personas, los grupos y las sociedades tienen períodos calmos y períodos de crisis. En los momentos de calma las memorias y las identidades estás constituidas, instituidas y amarradas; la memoria y la identidad trabajan por sí solas y sobre sí mismas, manteniendo la coherencia y la unidad. Los cuestionamientos que se produzcan, no provocan la necesidad de reordenar las memorias . Por el contrario, en los momentos que preceden, acompañan y suceden las crisis internas o las amenazas externas, la identidad se ve cuestionada, y la memoria [y el olvido] exigen una reinterpretación. Es en estos momentos de crisis identitaria que se debaten los olvidos y los recuerdos, y se develan las manipulaciones que han sufrido al ser convertidos en instrumentos del poder. “El desafío es superar las repeticiones, superar los olvidos y los abusos políticos, tomar distancia y al mismo tiempo promover el debate y la reflexión activa sobre ese pasado y su sentido para el presente/futuro”.

Según Jelin, existe una “memoria habitual” –comportamientos aprendidos que funcionan rutinariamente y una “memoria narrativa” –aquellos acontecimientos “memorables” que rompen la rutina, se relacionan con los afectos y sentimientos del sujeto, empujan a la reflexión y a la búsqueda de significado, y construyen un sentido de pasado. Se expresan en una forma narrativa , un relato comunicable con un mínimo de coherencia. El pasado cobra sentido solo en su enlace con el presente en el acto de rememorar/olvidar. Es un proceso subjetivo.

La memoria es necesariamente selectiva.


Esta cita me parece relevante para el conversatorio:

“¿qué pasado es el que va a significar o transmitir? Por un lado hay pasados autobiográficos, experiencias vividas en carne propia (...) Están también quienes no tuvieron la experiencia pasada. Esta falta de experiencia los pone en una aparente otra categoría: son otros/as. Para este grupo, la memoria es una representación del pasado construida como conocimiento cultural compartido por generaciones sucesivas y por diversos/as otros/as”.

1 comentario:

  1. Sobre la cita que pones al final, concuerdo con que va a tono con el conversatorio. Finalmente, nuestros recuerdos sobre la violencia interna, en tanto personas que no padecimos sus cruentos alcances, son demasiado distintos de los que sí los padecieron.
    Se me ocurren dos temas (sería paja hacer un post sobre el converatorio, con los posibles temas):
    - Ningún relato o acercamiento (artístico, teórico) va a mostrarnos del todo lo que "el otro" padeció. ¿Cómo trata el arte esa imposibilidad, este insalvable alejamitnto?
    - Desde el momento que nosotros y "los otros" vivimos experiencias tan fuertemente disímiles, es indudable que hay una horrible escision en la identidad peruana. ¿Pude servir el arte-memoria de puente constructor de una identidad nacional?

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